La filosofía medieval es una de las partes más importantes dentro de la historia de la filosofía. Esta se divide en varias corrientes, que van desde la patrística de la baja edad media hasta la escolástica del siglo XIII. La filosofía medieval se caracteriza principalmente por la fusión de, por un lado, la tradición de la filosofía griega (particularmente Aristóteles) y por el otro, el cristianismo. En la filosofía medieval se da un intento de utilizar a la filosofía como herramienta para la comprensión de la biblia y de la creación. A continuación presentaremos algunos de los filósofos medievales más importantes:
Escoto Eriugena:
Fue uno de los pocos que en su época dominaba el griego. Fueron muy importantes sus traducciones del corpus aereopagiticum del griego. También escribió una célebre obra titulada Sobre los miembros de la naturaleza, en la que divide a la creación en los siguientes elementos: Lo que crea, pero es increado; lo que crea y es creado; lo que es creado pero no crea; y lo que ni es creado ni crea. Éstos corresponden a Dios, las ideas, las cosas espacio temporales y Dios como meta.
Anselmo de Canterbury
Es célebre por su argumento ontológico de la existencia de Dios. Esta es como sigue: Se piensa una esencia que es perfecta. Para poder entender, pues, que 'x' sea perfecta, se debe tener ya el concepto de esta perfección. Como dios es perfecto, se puede deducir su existencia de su perfección. Esta prueba ha sido sujeta múltiples discusiones en la historia de la filosofía, especialmente con Descartes y Kant, quienes la retoman y refutan, respectivamente.
Tomás de Aquino
La más importante contribución de Tomás de Aquino a la filosofía radica en que él quiso dar a la filosofía el carácter de una ciencia (una teología natural). Él proponía usar la razón para desentrañar los misterios de la fe, influenciado en particular por el pensamiento filosófico de Aristóteles. Tomás quería probar que la razón y la fe no se contradecían (como sugería Agustín) sino que se complementaban.
Guillermo de Ockham
Desde el siglo XII hubo una muy agitada discusión entre las distintas escuelas filosóficas de la época: el problema de los universales. Se trataba de qué tan reales eran los conceptos universales (conceptos generales, como 'libertad', 'perreidad'). Ockham tomó una posición nominalista en el asunto. Para él, sólo existían entes individuales, y nuestros términos, nuestros conceptos sólo son una ficción abstracta derivada de aquello. Los conceptos generales no tendrían realidad efectiva. Sólo son la suma de cosas pensadas. Por ejemplo: una rosa tiene una existencia real; la “rosa” en sí, como concepto, sólo tiene una existencia mental.
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